Eran las 6:16 de la mañana y me encontraba en una aventura por así decirlo. Miré al cielo y era aún de noche, las estrellas no podían estar más bellas, y mientras muchos dormían y la guagua se inclinaba de tal modo que traía el peor de los pesimismos hacia mi, me percaté que soy tan pequeña en comparación a las cosas del mundo. Ellas son tan bellas y yo solo una simple humana tratando de contemplarlas. Me hacen ser serena, que las aprecie y que le dé gracias a Dios por ser tan creativo ponerlas en nuestro camino.
Todos deberíamos apreciar las estrellas, al igual que la naturaleza en su totalidad que nos hace ir más allá de nosotros, nos hace encontrar rincones que estuvieron escondidos dentro de nosotros aunque sea una mañana cualquiera. En ese momento esperaba que el sol no saliera, que la madrugada fuese eterna y que me brindara los besos que son casi perfectos a los cuales ellas saben darle el efecto.
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